Julio iguala, y quizá supera, el mes más cálido jamás registrado

01 de agosto de 2019

Según nuevos datos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y del servicio de Copernicus relativo al cambio climático, julio de 2019 iguala a julio de 2016 como mes más cálido del que se tienen datos, e incluso puede que lo acabe superando y se convierta en el mes más caluroso jamás observado. Este nuevo récord se produce justo después de registrarse el mes de junio más cálido del que se tiene constancia.

greenlandice.png

Según nuevos datos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y del servicio de Copernicus relativo al cambio climático, julio de 2019 iguala a julio de 2016 como mes más cálido del que se tienen datos, e incluso puede que lo acabe superando y se convierta en el mes más caluroso jamás observado. Este nuevo récord se produce justo después de registrarse el mes de junio más cálido del que se tiene constancia.

La OMM integra en el sistema de las Naciones Unidas los datos del servicio de Copernicus relativo al cambio climático, de cuya gestión se encarga el Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio (CEPMPM). Hasta el momento, julio de 2016 era el mes más cálido del que se tenían datos, pero las nuevas cifras indican que julio de 2019 ha sido tan cálido como ese mes e incluso puede que su temperatura haya sido ligeramente superior.

Los valores más recientes son particularmente significativos, porque julio de 2016 coincidió con uno de los episodios más intensos de El Niño, fenómeno que contribuye al aumento de las temperaturas mundiales. Sin embargo, a diferencia de 2016, 2019 no se ha caracterizado por un episodio intenso de El Niño.

"Siempre ha hecho calor en verano, pero estas temperaturas no se registraban cuando éramos jóvenes, ni cuando lo eran nuestros abuelos", dijo el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, al dar a conocer los datos en Nueva York.

Esas nuevas cifras indican que, si se compara con los valores de la era preindustrial, la temperatura de julio de 2019 fue aproximadamente 1,2 °C más alta.

"Todo apunta a que el período de 2015 a 2019 será el quinquenio más cálido del que se tienen datos. Solo este año, se han pulverizado récords de temperatura desde Nueva Delhi hasta Anchorage, desde París hasta Santiago, desde Adelaida hasta el círculo polar ártico. Si no hacemos nada para frenar el cambio climático ahora, esos fenómenos meteorológicos extremos serán solo la punta del iceberg. Y, además, el iceberg también se está derritiendo a gran velocidad", explicó el señor Guterres.

"Debemos prevenir una alteración climática irreversible. Es la batalla de nuestras vidas, una batalla para luchar por nuestras vidas. Y es una batalla que podemos y debemos ganar", destacó.

Olas de calor

En las últimas semanas el calor ha sido excepcional en todo el mundo, y diversos países europeos han registrado temperaturas máximas insólitas que han afectado al transporte y las infraestructuras, sin olvidar las consecuencias para la salud de las personas y el medioambiente. A medida que la denominada "cúpula de calor" se desplazó hacia el norte, atravesando Escandinavia hasta llegar a Groenlandia, aceleró todavía más la fusión de los hielos, un proceso cuya velocidad ya está por encima de la media.

"Julio supone un nuevo episodio de la historia climática, dado que se han establecido docenas de nuevos récords de temperatura a nivel local, nacional y mundial", dijo el Secretario General de la OMM, Petteri Taalas.

"El calor excepcional ha ido de la mano de una alarmante fusión de los hielos en Groenlandia, el Ártico y los glaciares europeos. Por segundo mes consecutivo, incendios forestales sin precedentes han devastado el Ártico, calcinando bosques antaño vírgenes que ahora, en lugar de absorber dióxido de carbono, se han convertido en abrasadoras fuentes de emisión de gases de efecto invernadero. No es ciencia ficción. Es la realidad del cambio climático. Está pasando y se agravará en el futuro si no adoptamos medidas urgentes para combatirlo", afirmó el señor Taalas.

"Según las previsiones de la OMM, 2019 será uno de los cinco años más cálidos de los que se tiene constancia, y el período 2015-2019 será el quinquenio más caluroso jamás registrado. Se agota el tiempo para hacer frente a peligrosos aumentos de temperatura que tendrán numerosas repercusiones para nuestro planeta", concluyó.

Ese tipo de olas de calor son uno de los fenómenos que se producirán como consecuencia del cambio climático y el aumento de las temperaturas en todo el mundo.

"Aunque, según nuestros datos, julio suele ser el mes más cálido del año en todo el mundo, julio de 2019 también ha sido, por un margen muy pequeño, el mes más cálido jamás registrado a nivel mundial ", dijo Jean-Noël Thépaut, jefe del servicio de Copernicus relativo al cambio climático. "Si se siguen emitiendo gases de efecto invernadero, con los consiguientes efectos en las temperaturas mundiales, no dejarán de batirse récords en el futuro".

El 25 de julio se registraron nuevos récords nacionales de temperatura en Alemania, Bélgica, Luxemburgo, los Países Bajos y el Reino Unido, y se elaboraron mapas meteorológicos insólitos en los que, por primera vez, se incluyeron temperaturas superiores a los 40 °C. En Francia, París vivió el día más cálido del que se tienen datos, al alcanzar una temperatura de 42,6 °C a las 16.32 horas, un valor sin precedentes desde que se empezaron a realizar mediciones.

siberianfires Franceheat

El aire cálido procedente del norte de África y España fue el causante de la ola de calor, que posteriormente se desplazó de Europa central a los países escandinavos. En Noruega, las estaciones meteorológicas registraron nuevos récords el 27 de julio, y en 28 emplazamientos se dieron "noches tropicales" con temperaturas superiores a los 20 °C. En las estaciones finlandesas también se establecieron nuevos máximos históricos: 33,2 °C el 28 de julio en la capital, Helsinki, y 33,7 °C en la localidad de Porvoo, en el sur del país.

Está previsto que esas temperaturas excepcionalmente elevadas aceleren la fusión del manto de hielo de Groenlandia, que ya fue objeto de un episodio generalizado de fusión entre el 11 y el 20 de junio. Fruto del intenso proceso de fusión y escorrentía que se ha mantenido durante las últimas semanas, la pérdida total de hielo durante la estación se acerca al máximo histórico de 2012, según explican científicos especializados en el clima polar encargados de la vigilancia del manto de hielo de Groenlandia.

En la estación Norte, situada a 900 kilómetros del Polo Norte, se registró una temperatura de 16 °C, y el 30 de julio se llegó a los 20,6 °C en la estación de Qaarsut (en la zona occidental de Groenlandia, cerca del paralelo 71° N). En la estación de Summit Camp, en lo alto del manto de hielo a una altitud de 3 200 metros, se midió una temperatura de 0,0 °C.

"Conviene recordar que el balance de masa de la superficie del manto de hielo de Groenlandia de cualquier día o año concreto es fruto, mayoritariamente, de las condiciones meteorológicas, pero no puede menospreciarse la influencia de las tendencias climáticas imperantes", afirmó en un tuit Ruth Mottram, climatólogo del Instituto Meteorológico Danés.

En otro tuit, el Instituto Meteorológico Danés anunció que la fusión de los hielos se mantuvo durante el fin de semana del 3 y 4 de agosto. Aunque se ha dejado atrás el período de máxima fusión, el sábado se perdieron 8,5 gigatoneladas de hielo, y el domingo, 7,6 gigatoneladas. El Instituto señaló, asimismo, que la pérdida media diaria es de aproximadamente 4 gigatoneladas, aunque cabe destacar que las cifras presentan diferencias en función del día y del año.

Según el Centro Nacional de Datos sobre Nieve y Hielos de los Estados Unidos de América, ello repercutirá también en el hielo marino del Ártico. A causa de su retroceso durante la primera mitad de julio, la pérdida de hielo registró valores equiparables a los observados en 2012, el año con la extensión de hielo marino más baja en el mes de septiembre a tenor de los registros satelitales.

Las altas temperaturas también avivaron los incendios forestales en el Ártico, en particular en Groenlandia, Alaska y Siberia.

El Organismo Federal Forestal de la Federación de Rusia calculó que, a 29 de julio, los incendios forestales declarados en Siberia habían afectado una superficie de 33 200 kilómetros cuadrados, en la que 745 focos activos habían provocado un daño ecológico de ingentes proporciones y habían socavado la calidad del aire a cientos de kilómetros de distancia. El humo fue claramente visible desde el espacio.

El servicio de vigilancia atmosférica de Copernicus, del CEPMPM, estimó que, en julio de 2019, las emisiones de CO2 provocadas por los incendios forestales declarados en el círculo polar ártico ascendieron a 75,5047 megatoneladas, un valor comparable a las emisiones anuales por quema de combustibles fósiles en Colombia en 2017. Esa cifra supone un aumento de más del 100 % con respecto a los niveles de julio de 2018, y supera el récord anterior fijado en el mes de junio.

"Al quemar vegetación, los incendios forestales también reducen la capacidad de la biosfera para absorber dióxido de carbono. Si se quiere luchar contra el cambio climático, es preciso aumentar esa capacidad ", dijo Oksana Tarasova, jefa de la División de Investigación sobre el Medioambiente Atmosférico de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

Calor en los meses de junio y julio

La ola de calor de julio se produjo después de que, en el mes de junio, tuviera lugar otra ola de calor excepcionalmente intensa que se dio en fechas anormalmente tempranas y que marcó nuevos récords de temperatura en Europa. A raíz de ese primer episodio, el mes de junio fue el más cálido jamás registrado en el continente, con una temperatura media 2 °C por encima de lo normal.

El mes de junio más cálido del que se tienen datos en todo el mundo

En partes de Europa, el calor estuvo acompañado de precipitaciones inferiores a la media. El 31 de julio, el Centro Regional sobre el Clima para Europa de la OMM, cuyo funcionamiento está a cargo del Servicio Meteorológico de Alemania (Deutscher Wetterdienst), actualizó su aviso de vigilancia del clima por sequía. Esa información orienta la labor de los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales (SMHN) a la hora de emitir avisos climáticos para su territorio.

"Persistencia de las condiciones de sequía y de precipitaciones inferiores a lo normal en grandes zonas de Europa central y nororiental. En la mayoría de esas zonas, en el mes de junio solo se registró entre el 60 % y el 80 % de la precipitación normal, y en algunas partes los acumulados fueron todavía menores. La precipitación también fue escasa en julio y los pronósticos indican un mantenimiento de las precipitaciones inferiores a lo normal en la mayoría de la zona, y la probabilidad de que esta semana se registren déficits semanales de precipitación de 10-30 mm es del 80 % o superior".

Tras la ola de calor, algunas partes de Europa sufrieron precipitaciones muy intensas, aunque insuficientes para revertir las consecuencias de la sequía.

"La semana que viene, se esperan precipitaciones superiores a lo normal en Europa central, pero puede que no basten para compensar el déficit de precipitaciones de las semanas anteriores y, por tanto, el suelo seguirá seco. En Europa nororiental (países bálticos y sur de Finlandia) los acumulados de precipitación seguirán siendo entre inferiores a lo normal y normales y, por consiguiente, es probable que se mantengan las condiciones de sequía. Tales condiciones pueden provocar pérdidas en las cosechas, incendios forestales, falta de alimento para los animales, restricciones al uso de agua o restricciones al tráfico fluvial a causa del nivel bajo de las aguas", señaló el Servicio Meteorológico de Alemania.

Los SMHN emitieron alertas por calor —incluida la alerta roja de máximo nivel— y, en algunas zonas, también se emitieron avisos por peligro de incendio a fin de minimizar los riesgos para las personas y el medioambiente. En cumplimiento de los planes de acción frente a los efectos del calor sobre la salud, se activaron los sistemas de protección civil en toda la región.

Los fenómenos relacionados con el calor matan a miles de personas cada año y, con frecuencia, acarrean consecuencias adicionales, como incendios forestales y averías en las redes eléctricas. Además, la urbanización agrava el problema. Los golpes de calor, la deshidratación, las enfermedades cardiovasculares y otras dolencias causadas por el calor entrañan graves riesgos para la salud.

El 25 de julio se registró en París un nuevo máximo absoluto de 42,6 °C en la estación meteorológica secular de París-Montsouris, batiendo así el récord anterior de 40,4 °C del 28 de julio de 1947. Ese valor corresponde a la media del mes de julio en Bagdad (Iraq). La noche del 24 al 25 de julio también fue excepcionalmente cálida, dado que las temperaturas mínimas superaron los 25 °C e incluso se llegó a 28,3°C en una estación meteorológica del centro de París. Pero lo más llamativo es el margen con el que se han batido los récords. En Lille se registraron 41,4 °C, un valor prácticamente 4 °C por encima del máximo anterior. En Francia, el 28 de junio se marcó un nuevo récord nacional de temperatura: 46 °C durante la última ola de calor.

Solo en otra ocasión Météo-France había emitido un aviso de nivel rojo por ola de calor en Francia. La primera vez fue durante el episodio de junio, cuando diversos departamentos del sur del país estuvieron en alerta roja. Ahora bien, que París y el norte del país estén en alerta roja por una ola de calor es excepcional. En el norte de Francia ardieron miles de hectáreas, una zona en la que es sumamente atípico que se declaren incendios forestales.

El Servicio Meteorológico de Alemania describió el 25 de julio como "un día que entrará en los anales de la meteorología". En ese país se marcó un nuevo récord nacional de temperatura de 42,6 °C (valor provisional) en Lingen, ceca de la frontera con los Países Bajos, al superar en 2,3 °C el máximo anterior. En 25 estaciones meteorológicas se superaron los 40 °C. El anterior récord nacional, registrado el 5 de julio de 2015, fue de 40,3° C.

En los Países Bajos se batió un máximo histórico intacto durante 75 años (desde agosto de 1944) cuando se llegó a los 40,7 °C en Gilze Rijen. En Bélgica también se estableció un nuevo récord nacional de 41,8 °C, y Luxemburgo hizo lo propio, al llegarse a 40,8 °C.

En el Reino Unido, el 25 de julio se dio la temperatura máxima más alta jamás registrada oficialmente en el país. Los 38,7 °C del jardín botánico de Cambridge batieron el récord anterior de 38,5 °C observado en Faversham (Kent) en agosto de 2003, según datos de la Oficina Meteorológica del Reino Unido.

Cambio climático y olas de calor

"Olas de calor tan intensas y generalizadas llevan la firma del cambio climático antropógeno. Así lo indican los datos científicos que evidencian fenómenos relacionados con el calor más frecuentes, prolongados e intensos a medida que las concentraciones de gases de efecto invernadero provocan el aumento de las temperaturas mundiales", señala Johannes Cullmann, director del Departamento del Clima y del Agua de la OMM.

Asimismo, añadió que, "según las previsiones de la OMM, 2019 será uno de los cinco años más cálidos de los que se tienen datos, y el período 2015-2019 será el quinquenio más caluroso jamás registrado". La OMM presentará un informe sobre el estado del clima en el período 2015-2019 ante la Cumbre sobre la Acción Climática de las Naciones Unidas que tendrá lugar en septiembre.

Se han llevado a cabo numerosos estudios científicos sobre la vinculación entre cambio climático y olas de calor.

Es probable que la contribución del ser humano al cambio climático haya supuesto que las temperaturas extremas registradas en Europa en julio de 2019 sean entre 1,5 y 3 °C más elevadas, según se afirma en un informe de la organización World Weather Attribution, que además destacó los riesgos múltiples que ello conlleva.

"Las olas de calor en el apogeo del verano entrañan riesgos notables para la salud humana y pueden llegar a ser mortales. El cambio climático agudiza ese riesgo, aunque no es el único factor agravante, porque no puede obviarse el envejecimiento de la población, la urbanización, la metamorfosis de las estructuras sociales y los niveles de preparación. La repercusión plena solo se puede determinar al cabo de unas cuantas semanas, cuando se han analizado los índices de mortalidad. Una planificación eficaz de las situaciones de emergencia por calor, junto con pronósticos meteorológicos exactos, como los que se emitieron antes de esta ola de calor, mitigan las consecuencias y son cada vez más importantes a la luz del incremento de los riesgos", se apunta en el informe.

"Cabe destacar que, tras analizar todas las olas de calor que hasta la fecha se han producido en Europa en los últimos años (2003, 2010, 2015, 2017, 2018, junio de 2019 y la analizada en este estudio), se ha llegado a la conclusión de que el cambio climático antropógeno agudizó la intensidad y la frecuencia de cada uno de esos fenómenos. El grado en que lo hizo depende en gran medida de las características del fenómeno: ubicación, estación, intensidad y duración. La ola de calor de julio de 2019 alcanzó niveles tan extremos en la parte continental de Europa occidental que hubiera sido extremadamente improbable registrar magnitudes como las observadas sin la influencia del cambio climático", se explica en el informe.

En su Quinto Informe de Evaluación, publicado en 2014, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) afirmó que "es muy probable que la influencia humana haya contribuido a los cambios a escala global observados en la frecuencia e intensidad de las temperaturas extremas diarias desde mediados del siglo XX. Es probable que la influencia humana haya más que duplicado la probabilidad de ocurrencia de las olas de calor observadas en algunas localidades".

Según el informe especial del IPCC de 2018 sobre el calentamiento global de 1,5 °C, se prevé que los riesgos que el clima plantea para la salud, los medios de subsistencia, la seguridad alimentaria, el suministro de agua, la seguridad humana y el crecimiento económico se agraven con un calentamiento global de 1,5 °C, y que se exacerben en mayor medida si el calentamiento es de 2 °C.

En ese sentido, en el informe también se destacó que la limitación del calentamiento a 1,5 °C —y no a 2 °C— podría reducir en 420 millones las personas expuestas a olas de calor intensas.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre 2000 y 2016 el número de personas expuestas a olas de calor había aumentado en aproximadamente 125 millones, dado que esos fenómenos habían sido, de media, 0,37 días más largos que en el período de 1986 a 2008.

Muchos países han publicado evaluaciones y panoramas nacionales sobre el clima en los que se hace hincapié en la estrecha vinculación entre cambio climático y calor.

A modo de ejemplo, cabe citar el informe sobre el estado del clima del Reino Unido, donde se evidencia un aumento de las temperaturas máximas más elevadas y la prolongación de los episodios cálidos. De media, la temperatura del día del año más cálido del decenio más reciente (2008-2017) ha sido 0,8 °C más alta que la registrada en el período 1961-1990. Además, la duración de los episodios cálidos se ha más que duplicado, al pasar de 5,3 días en el período 1961-1990 a más de 13 días en el decenio más reciente (2008-2017).

El verano de 2018 fue uno de los más cálidos de los que se tiene constancia en el conjunto del Reino Unido, y el más cálido jamás registrado en Inglaterra. Estudios de la Oficina Meteorológica del Reino Unido han puesto de manifiesto que el cambio climático antropógeno multiplica por 30 la probabilidad de que se alcancen temperaturas sin precedentes como las registradas durante el verano de 2018. Está previsto que, de aquí a 2050, esas temperaturas se produzcan cada dos años.

Según Météo-France, en Francia también se ha experimentado un aumento en la frecuencia y la intensidad de las olas de calor durante los últimos 30 años, una afirmación que es igualmente válida para el resto de Europa. Según se desprende de los escenarios de cambio climático elaborados por MétéoSuisse, si las emisiones de gases de efecto invernadero siguen aumentando, a mediados de este siglo la temperatura media estival puede ser hasta 4,5 °C superior a la actual.

"Los incrementos en las temperaturas máximas son todavía más pronunciados que los previstos para las temperaturas medias estacionales. De aquí a 2060, las temperaturas de los días más cálidos de un verano promedio podrían ser hasta 5,5 °C más altas que las actuales. Ello se debe, en parte, a que la pérdida de humedad del suelo reducirá la evaporación y mermará el consiguiente efecto de enfriamiento del suelo", explica MétéoSuisse en su informe.

"Las regiones europeas cercanas al Mediterráneo, incluida Suiza, se ven afectadas por algunos de los aumentos más drásticos en las temperaturas extremas que tienen lugar en todo el mundo. Esa tendencia ha sido evidente en los últimos decenios, y es muy probable que se mantenga en el futuro".

Temas relacionados:
    Comparte: