Los desplazamientos relacionados con el clima son ya una realidad mundial. Cada año, las vidas de millones de personas se ven afectadas, al ser desplazadas por los efectos de la meteorología y de las emergencias climáticas. Algunos de los mayores desastres son titulares en las noticias internacionales, pero la mayoría no aparecen ni en la sección nacional. Sin embargo, para las familias pobres y vulnerables que luchan por la supervivencia, hasta un pequeño fenómeno meteorológico puede suponer un impacto enorme en sus vidas. El Observatorio de Desplazamiento Interno (IDMC, por sus siglas en inglés) ha estimado que entre 2008 y 2014 una media anual de al menos 22,5 millones de personas fue desplazada por la amenaza directa o por los efectos de inundaciones, deslizamientos de tierra, temporales, incendios forestales y temperaturas extremas sobre su seguridad, sus hogares y su sustento.
Las cifras (véase la gráfica inferior) varían significativamente de un año a otro, oscilando entre los 13,9 millones de desplazados en 2011 y los 38,3 millones en 2010. En esta divergencia tienen una fuerte influencia los desastres a megaescala, que ocurren con una frecuencia relativamente baja y de forma impredecible, pero que pueden desplazar de golpe a millones de personas. En 2014, por ejemplo, los diez fenómenos mayores, todos ellos relacionados con temporales o inundaciones en Asia, desplazaron cada uno a entre medio millón y 3 millones de personas en Filipinas, India, Pakistán, China, Japón y Bangladesh.
Entre 2008 y 2014 una media anual de al menos 22,5 millones de personas fue desplazada por la amenaza directa o por los efectos de inundaciones, deslizamientos de tierra, temporales, incendios forestales y temperaturas extremas.
Los diez mayores desplazamientos como consecuencia de las condiciones meteorológicas en 2014
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Lagunas de información: los desplazamientos en el contexto del cambio gradual
El alcance de estas estimaciones es sustancial, aunque limitado, a la hora de proporcionar una imagen global de los desplazamientos relacionados con los riesgos meteorológicos y con otros impactos climáticos. Por ejemplo, no refleja los desplazamientos causados indirectamente por la erosión gradual o por la destrucción de los medios de sustento —que aumenta la inseguridad alimentaria— o de otros medios básicos para la supervivencia, en el contexto de procesos ligados al clima tales como la sequía o la subida del nivel del mar. La falta de un control sistemático de los desplazamientos en estos contextos es una carencia importante en la información de la que actualmente disponen las instancias normativas y de planificación.
La esencia del riesgo de desplazamiento: exposición y vulnerabilidad
La contribución de los fenómenos meteorológicos y de los cambios climáticos graduales al riesgo de desplazamiento depende de unas pautas de exposición y vulnerabilidad de la población, de las cuales ni el cambio climático ni los fenómenos meteorológicos son responsables por sí solos. Tal como señala el Quinto Informe de Evaluación (AR5) del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), las diferencias en los niveles de exposición y vulnerabilidad entre personas y países están ligadas a “factores no climáticos” y a “desigualdades multidimensionales a menudo producidas por procesos de desarrollo dispares”. Las políticas y acciones dirigidas a reducir la exposición y la vulnerabilidad mediante el desarrollo sostenible, la reducción de riesgos de desastre y la adaptación al cambio climático juegan, por lo tanto, un papel importante a la hora de evitar o minimizar el riesgo de desplazamiento.
El número de personas que viven en zonas proclives a los riesgos, tales como llanuras inundables tanto fluviales como costeras, es hoy en día considerablemente mayor que en cualquier otra época, debido a su proximidad a posibles medios de sustento o a la falta de tierra en zonas más seguras. La población mundial se ha incrementado en un 96% desde 1970, mientras que la media de las poblaciones urbanas ha crecido el doble de rápido. Considerada por separado, la población urbana de los países en desarrollo ha crecido un 326% debido principalmente a la falta de planificación y a la mala gestión de este crecimiento; la vulnerabilidad también está aumentando.
Estas tendencias generales se reflejan en la distribución mundial de los desplazamientos por desastres en los últimos años, representando para los países en desarrollo más del 90% de los desplazamientos relacionados con las condiciones del tiempo registrados desde 2008. Aunque todas las regiones del mundo se han visto afectadas, el este y sur de Asia y el Pacífico han tenido, con diferencia, los niveles más altos de desplazamiento, mientras que los niveles en América Latina y en el Caribe han sido también altos comparativamente, en relación a su población (véase gráfica inferior).
Los países en desarrollo representan más del 90% de los desplazamientos relacionados con las condiciones del tiempo desde 2008.
Patrones crónicos y problemas persistentes
Provincias chinas afectadas por desplazamientos reiterados a causa de desastres en 2014
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Muchas regiones y poblaciones se ven golpeadas por fenómenos extremos múltiples y por desplazamientos constantes, incluso dentro de un mismo año. Patrones de este tipo se pueden observar, por ejemplo, en China, donde inundaciones, temporales y terremotos provocan, una y otra vez, desplazamientos a gran escala en las provincias del sur del país (véase el mapa de la página 20).
Ciclos constantes de desplazamiento y retorno pueden, a la larga, desembocar en la búsqueda, por parte de la población vulnerable, de una seguridad a largo plazo y un sustento más estable en algún otro lugar. En Bangladesh, por ejemplo, las familias rurales con menos recursos que viven en la región del delta del Ganges, sujeta a crecidas y a ciclones, sufren por ello desastres y desplazamientos frecuentes que merman su capacidad de recuperación entre un desastre y otro. Seis meses después de que el ciclón Aila desplazara a más de 842 000 personas en 2009, unas 200 000 seguían viviendo en refugios provisionales en carreteras y terraplenes, “rodeadas por aguas impetuosas con la marea alta y, en la bajamar, por miles de hectáreas de barrizales desolados. Seis años después, muchas permanecen en condiciones de alta vulnerabilidad o se han trasladado fuera de la zona.
También se desencadenan desplazamientos significativos por fenómenos meteorológicos extremos en países de renta alta donde las vulnerabilidades específicas o las formas preexistentes de desigualdad y discriminación convierten el desplazamiento en una preocupación especial para una parte de la población. Esto se acentúa en casos extensos o prolongados de desplazamiento. En Estados Unidos de América, por ejemplo, un número desproporcionado de personas de color, de extracción social humilde, permanece entre aquellos que aún se encuentran desplazados de sus hogares tras la “supertormenta” Sandy de 2009. En Canadá, el desplazamiento de comunidades de las “Naciones Originarias” indígenas de sus hogares y medios de vida en las reservas, tras las inundaciones de Manitoba en 2011, sigue sin resolverse.
Mientras que, normalmente, se da por sentado que los desplazamientos que siguen a los desastres de aparición brusca son breves y temporales, estos ejemplos son solo algunos entre muchos otros que muestran que el desplazamiento entre poblaciones altamente expuestas y vulnerables se puede convertir en crónico, o prolongarse durante años, hasta que se encuentra una solución sostenible al problema.
El IPCC ha declarado que existe amplio acuerdo en cuanto a que el cambio climático aumentará el desplazamiento de personas en respuesta tanto a la variabilidad climática a largo plazo como a la intensidad y frecuencia crecientes, en el transcurso del siglo XXI, de fenómenos meteorológicos extremos.
El riesgo de desplazamiento, amplificado
En combinación con los factores socioeconómicos que impulsan la exposición y la vulnerabilidad, en el riesgo de desplazamiento influyen claramente las pautas de unas condiciones meteorológicas cada vez más extremas y frecuentes. En tanto que las proyecciones cuantitativas son sumamente inciertas debido a “la naturaleza compleja y de origen múltiple” de los desplazamientos, el IPCC ha declarado que existe amplio acuerdo en cuanto a que el cambio climático aumentará el desplazamiento de personas en respuesta tanto a la variabilidad climática a largo plazo como a la intensidad y frecuencia crecientes, en el transcurso del siglo XXI, de fenómenos meteorológicos extremos. También ha señalado que decenas de millones de personas podrían convertirse en desplazados permanentes de sus regiones de origen, al volverse estas inhabitables por la subida del nivel del mar.
Los ciclos naturales de los períodos climáticos de El Niño y La Niña, tal como los hemos experimentado durante 2015-2016, también aumentan la intensidad y la frecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos. Si bien no hay consenso acerca de cómo cambiarán las repeticiones cíclicas de El Niño y La Niña conforme el clima mundial se vaya haciendo más cálido, determinados estudios sugieren que se están volviendo cada vez más intensos.
El episodio más fuerte de El Niño de todos los registrados, en 1997-1998, se asocia a algunas de las peores inundaciones y desastres relacionados con temporales de las dos últimas décadas. Durante El Niño de 1997-1998, graves inundaciones en Asia, una estación de tormentas tropicales anormalmente activa en la cuenca del Atlántico, huracanes en América Central y el Caribe, así como otros fenómenos, contribuyeron en conjunto a unos desplazamientos de primer orden a causa de los desastres, con efectos graves y duraderos sobre las poblaciones vulnerables. Unos 14 millones de personas fueron desplazadas durante las crecidas estivales por amplias zonas de China, incluyendo la cuenca central-meridional del río Yangtsé, y otros 8 millones de personas en doce estados del norte de la India fueron desplazadas por las inundaciones entre junio y agosto. El huracán Mitch causó estragos en varios países de América Central y el Caribe.
The Global Estimates 2015: People displaced by disasters -
es un informe que recurre a datos tomados de una amplia variedad de fuentes entra las que se incluyen gobiernos, Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales, organizaciones no gubernamentales y medios de comunicación, para proporcionar cifras y análisis actualizados de los desplazamientos causados por desastres asociados a riesgos geofísicos y meteorológicos de irrupción rápida tales como terremotos, erupciones volcánicas, inundaciones y temporales. El informe completo se puede leer en: www.internal-displacement.org
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En Honduras, donde la mitad de sus habitantes ya vivían en situación de extrema pobreza, el huracán Mitch desplazó a 2,1 millones de personas y empeoró los niveles de pobreza y de inseguridad alimentaria para una parte de la población, incluidos aquellos que permanecieron desplazados. Aunque algunos regresaron para reconstruir sus viviendas, a menudo lo hicieron sin los materiales adecuados para hacerlas resistentes a nuevos impactos. Para otros, el grado de devastación era tan grande que el retorno no era posible, incluyendo a 25 comunidades que tuvieron que reubicarse en otros lugares. Algunos seguían aún desplazados hasta diez años más tarde.
Bajo condiciones climáticas cambiantes, incluso las estrategias normales de adaptación estacional o las medidas preparatorias pueden revelarse inadecuadas para gestionar los impactos de una meteorología anormal, especialmente para las personas y los hogares más vulnerables. En el abastecimiento en evacuaciones de emergencia, por ejemplo, pueden subestimarse las zonas afectadas y las necesidades de los desplazados. Como en las evacuaciones se suele dar por sentado que la gente podrá volver a sus hogares en un período corto de tiempo, puede ocurrir también que las familias y las autoridades gubernamentales subestimen el tiempo durante el cual es probable que permanezcan desplazados. Las necesidades de protección, socorro y ayuda para la recuperación de los desplazados evolucionan durante el tiempo en que permanecen incapaces de regresar a sus antiguos hogares o de establecerse en otros nuevos. Las personas con movilidad reducida, las que dependen de un cuidador o del acceso a asistencia médica y otras tales como ancianos, personas discapacitadas y mujeres embarazadas o con niños tienen necesidades específicas y requieren una atención particular.
Se espera que la subida del nivel del mar se convierta en una causa significativa de desplazamientos en el futuro, particularmente en pequeños estados insulares y en zonas costeras bajas, cuando los recursos naturales y los medios de sustento que de ellos dependen se vayan degradando y volviendo cada vez más inviables. La subida del nivel del mar agravará los efectos del mar de fondo, de las mareas de tempestad y de otros factores causantes de inundaciones costeras graves y de riesgo de erosión. También hay pronósticos fiables de que las inundaciones por oleaje producirán un deterioro de los recursos de agua dulce subterránea. De modo similar, otros cambios graduales tales como el aumento de la temperatura marina de superficie, la acidificación de los océanos, la disminución del oxígeno oceánico y la decoloración coralina tienen efectos potenciales sobre la sostenibilidad de los medios de sustento, incluidos los caladeros de pesca y el turismo. Los medios agrícolas de subsistencia también pueden verse afectados por la salinización de las aguas subterráneas y el suelo asociada a la subida del nivel del mar y a la variabilidad climática en términos de sequías e inundaciones.
Allí donde el desplazamiento sea inevitable, serán necesarias cada vez más medidas para minimizar los problemas de las crisis y para garantizar que las personas puedan emigrar dignamente. Esto requiere estrategias adecuadas al contexto, que sean aceptables social y culturalmente, y que presten atención particular a la inclusión de quienes corren el riesgo de ser abandonados, en sentido literal o figurado, como en los casos de las personas mayores o discapacitadas y de las comunidades indígenas. A la larga, la magnitud de los futuros desplazamientos y la dureza de su impacto dependerán del grado en que las comunidades y los países vulnerables apuesten por el fortalecimiento de su resiliencia y de su capacidad de adaptación al riesgo en este panorama cambiante. Al mismo tiempo que la incertidumbre acerca del cambio climático y de los impactos medioambientales requiere cada vez más esfuerzo en investigación, la escala mundial y la frecuencia de los desplazamientos que ya están teniendo lugar amplifica la necesidad de actuar urgentemente.
Allí donde el desplazamiento sea inevitable, serán necesarias cada vez más medidas para minimizar los problemas de las crisis y para garantizar que las personas puedan emigrar dignamente.